Moreno señala que más gente hablaba castellano que en su visita de 1937. Había 7 escuelas primarias,
ninguna secundaria, los pudientes costeaban estudios superiores en Gran
Bretaña, Chile o Uruguay. En el Colegio Ward de Ramos Mejía, Bs. As. cursaban el primario dos niñas malvinenses.
Eran Jennifer Rowland y Oddete Ghost compañeras de mi hijo Rolando Goyaud. Las
maestras las trajeron a nuestra casa a festejar su cumpleaños y a observar las
condiciones de vida y de recepción.
En Malvinas había 3 templos: 1400
anglicanos, 400 evangelistas y 300 católicos. El gobernador Haskard prestó al
misionero saleciano Migone el libro del jurista norteamericano Goebel.
El capellán descubrió que el norteamericano
defendía la tesis argentina. Al devolverle la obra le dijo: Gracias excelencia
por su contribución a la causa argentina.
El gobernador extrañado le preguntó:
¿Por qué me dice eso?
-Porque Gobel prueba que desde el
punto de vista legal las Malvinas son argentinas. El gobernador quedó pasmado.
¡No había leído el libro!
En Stanley estaban: casa del gobernador,
secretaría colonial, templos, obras sanitarias, museo, policía, correo, matadero
y dos estaciones rastreadoras de satélites. El gobernador tenía un quintero
local y una mucama uruguaya. El lechero Clifton
con 30 vacas entregaba la leche en botellas de whisky. Con frío o viento
se reunían en el club, comían pan dulce, bebían cerveza y whisky y cuando se
ponían eufóricos deseaban la administración argentina.
Antes los sancionaban por
argentinismo, como el caso del consejero Biggs al que destituyeron por declarar
que prefería la dependencia del gobierno argentino. Pero Moreno notó en su
segundo viaje que la mentalidad isleña cambió.
Los argentinos residentes eran Reinaldo Red y Cecil Bertrand, favorables
a la Argentina.
En 1965 muchos isleños emigraron a
Nueva Zelanda porque la UN encaraba la devolución de las islas. Moreno opinaba
que podían vivir unas 30.000 personas con la cría de ganado, pesca, industria,
comercio y oficios liberales.
Debido a que el archipiélago es puerto
franco, los artículos importados eran económicos. Exportaban lana y cuero de
oveja a Gran Bretaña, monopolizado por la compañía Falklands, cuyos accionistas
residían en Inglaterra y poseían la mitad de las tierras, el supermercado, los
dos hidroaviones de cabotaje, el barco Darwin y la oficina de cambios.
En esa época había más de 600.000 lanares pero pocos vacunos, porcinos y
cabríos. Para tener más cueros y lana preferían tirar la carne de oveja
sobrante, en vez de conservarla en el frigorífico que fue levantado en 1948.
El archipiélago es rico en fauna:
elefantes marinos, loberías, pingüinos, pejerreyes, róbalos, truchas, sábalos,
anchoitas, además, de moluscos, crustáceos y algas marinas.
Moreno comprobó que en Malvinas no
había miseria, ni robos, ni crímenes. Durante su visita el único preso era un
homosexual, pero había numerosos casos de divorcio e infidelidad.
En 1970 la población era de 2000
habitantes, trabajaba en oficinas públicas o en la compañía, con sueldos
equivalentes a 80-140 dólares y cada 3 años y medio tenía 3 meses de
vacaciones, con pasajes pagos al extranjero. Había 1000 autos, jeeps, Land
Rovers y motocicletas.
Al hospital local le faltaban
cirujanos y medicamentos. Moreno cita el caso de Joseph Booth, internado en
Stanley dos meses por la fractura de huesos de la pierna derecha. Al salir del
hospital le sobresalía bajo la piel el extremo de un hueso quebrado. En Montevideo
le aserraron el saliente, pero quedó rengo con una pierna más corta. Moreno
hace notar que la comunicación con Argentina permitiría llevar a los enfermos a
Río Gallegos o a Comodoro Rivadavia, en una hora de avión o en un día de barco.
El Darwin, una vez por mes navegaba siempre repleto. Los pasajes se reservaban con
un año de anticipación,