En 1964 el aviador argentino Miguel
Fitzgerald aterrizó su avión en Puerto Stanley. La proeza causó admiración y
fue tenida por acto de arrojo. Se consideró al piloto un héroe y la bandera que
dejó atada a un poste de alambrado está en el Museo de Puerto Stanley.
Pero el aterrizaje de un avión de
Aerolíneas Argentinas con el Comando Cóndor “causó desagrado sobre todo porque
sacaron armas y amenazaron a gente pacífica”. Igual los pasajeros fueron
tratados con hospitalidad, hicieron amistades, se hospedaron en casa de familia
y no les cobraron.
El segundo vuelo de Fitzgerald
conduciendo un avión de Crónica fue un fracaso. Los malvinenses le dijeron a
Moreno que si hubiesen pedido permiso
para entrevistar a Lord Chalfont se lo hubiesen concedido.